El COVID-19” nos abre una ventana de oportunidad para desarrollar una mayor autonomía en los estudiantes peruanos. Es un tiempo en los que su pase obligado por una educación a distancia, les exigirá desarrollar habilidades para el autoaprendizaje y la metacognición, con una sensación de urgencia que no hubieran experimentado en condiciones normales.
Colectivo GICES
De acuerdo a la Ley General de educación, “la Educación a Distancia es una modalidad del Sistema Educativo caracterizada por la interacción simultánea o diferida entre los actores del proceso educativo, facilitada por medios tecnológicos que propician el aprendizaje autónomo. Es aplicable a todas las etapas del Sistema Educativo, de acuerdo con la normatividad en la materia. Esta modalidad tiene como objetivo complementar, reforzar o reemplazar la educación presencial atendiendo las necesidades y requerimientos de las personas. Como lo señala el art. 27 de la Ley de Educación, contribuye a ampliar la cobertura y las oportunidades de aprendizaje”.
En virtud de esta premisa legal, en el presente documento analizaremos el concepto de autonomía del estudiante, en el contexto de la educación a distancia, sus implicancias en la deserción estudiantil y algunas recomendaciones a tener en cuenta para estos tiempos de emergencia sanitaria y educación no presencial obligatoria.
Definición de autonomía aplicada a la educación a distancia
De la lectura del artículo de la Ley general de educación se desprende que, una de las capacidades que tienen que desarrollar un programa educativo diseñado en la modalidad a distancia es la autonomía del estudiante, es decir que como parte del diseño metodológico del curso o Programa debe considerarse actividades orientadas al aprendizaje autónomo por parte del estudiante.
Pero ¿qué implica la autonomía en la educación a distancia?
- Holec (1981, citado en Godoy 2016: 2) define la autonomía como la habilidad de hacerse cargo del aprendizaje de uno mismo, y añade que esta habilidad no es innata sino que debe ser adquirida, bien por medios naturales, o bien a través de la educación formal.
- Aoki (2000, citado por Godoy 2016:3) hace referencia a tres componentes de la autonomía en este contexto formal. Por un lado, el estudiante debe elegir qué, cómo y por qué aprender. En segundo lugar, debe llevar a cabo un plan y, por último, debe evaluar el resultado de su aprendizaje.
Autonomía como aprender a aprender
Un aspecto importante de la modalidad a distancia, es que los recursos para el aprendizaje no solo deben transferir al estudiante los medios necesarios para desarrollar las competencias consignadas como objetivo del curso, sino además el estudiante debe tener claro la ruta de aprendizaje que está siguiendo. No se trata de convertir a todos los estudiantes en maestros que dominen conceptos pedagógicos sino que simplemente pueda ser conscientes de que al realizar una y otra actividad propuesta por el docente, esta: comprendiendo los conceptos, aplicando los conceptos, diseñando nuevos proyectos, etc.
En palabras de Tapia (2008) “es preciso que los docentes o instructores enseñen a los estudiantes a manejar e incorporar estrategias de aprendizaje. De igual forma, se les debe orientar hacia la toma de consciencia sobre cómo aprenden, a los fines de que puedan enfrentar las situaciones de aprendizaje que se les presenten”.
El estudiante de la modalidad a distancia se enfrenta cada día en la soledad de su hogar, al reto de desarrollar las actividades propuestas por el docente autorregulándose para la planificación del tiempo, el análisis de los textos, la comprensión de los procedimientos a seguir para el logro de los objetivos. Por eso es importante dotar de ejercicios de autoevaluación diversos para que pueda corroborar la efectividad de sus actividades, antes de la retroalimentación de parte del docente. Por naturaleza esta modalidad, requiere de estudiantes que tengan la capacidad de autorregularse pero también resulta indispensable que los materiales contengan explicaciones claras y detalladas sobre el propio proceso de aprendizaje.
Autonomía en el aula virtual
En la educación a distancia ya no existe un aula en el sentido convencional, es decir como ese espacio físico que permite contactar a todos los participantes a través de nuestros “cinco sentidos”. El aula virtual es un espacio de encuentro que, nos brinda la tecnología para intercambiar recursos entre todos los participantes de un curso pero, la posibilidad de liderazgo del docente allí es mucho más limitada que en un espacio presencial. El docente facilita recursos y propone actividades de aprendizaje, que el estudiante debe aprovechar hasta convertirse en el artífice de su propio aprendizaje.
La Madriz (2016) hizo un estudio sobre los factores que inciden en la deserción estudiantil en la educación a distancia y en la sección correspondiente al aula virtual manifiesta que, “el contenido pedagógico de la misma y el potencial que estos ambientes virtuales tengan de promover un ambiente de enseñanza - aprendizaje donde el estudiante pueda interactuar con un conjunto de dispositivos tecnológicos que favorezca la autogestión de su aprendizaje.
La autora al analizar los espacios virtuales que captan más la atención de los estudiantes concluye en que una estrategia que está teniendo buen resultado es proponer actividades de aprendizaje para los estudiantes utilizando aplicaciones de alta popularidad como el Instagram o el Facebook
- “El impacto de las redes sociales en el ámbito educativo contemporáneo, ha superado los criterios de que éstas sólo tienen que ver con una moda juvenil o algo efímero, la realidad como los resultados expuestos evidencian, que están cambiando nuestra realidad social y económica, así como el contexto laboral y académico más de lo que lo ha hecho Internet desde sus inicios, al punto que, es de mayor interés entre los estudiantes dedicar horas conectados en las diferentes redes sociales, que interactuar en un aula virtual que le brinda las oportunidades de obtener conocimiento, repasar las clases presenciales, aclarar dudas de aquello que no quedó bien precisado en la clase presencial, además de interactuar con sus pares. Una persona conectada en una red social, no sólo administra afiliaciones con otros usuarios (contactos), sino que además, dispone de potenciales medios de información". La Madriz 2016)
En todo caso, queda claro que el aula virtual debe ser un espacio que concentre una amplia gama de recursos de diversos tipos: audiovisuales, enlaces a aplicativos, e-books, documentos, así como herramientas para la realización de actividades interactivas (chats, focus group, webinarios, conferencias, debates, etc) pero el estudiante debe contar con una Guía de aprendizaje que le permita comprender como la combinación de tales actividades están contribuyendo al logro de los aprendizajes esperados y lo más importante que cuente con actividades de autoevaluación que le permitan confirmar sus avances dentro del proceso, lo que lo animará a seguir aprendiendo.
Autonomía y niveles de deserción en la educación a distancia
Esta gran responsabilidad que asume el estudiante en la educación a distancia, debe ser considerada al analizar los niveles de deserción que se observan en esta modalidad educativa. La literatura consultada es unánime en relación a que los niveles de deserción en la educación a distancia son mayores que los de la educación presencial. Los estudios revisados sobre la materia mencionan índices variados que van desde el 10%, una mayor frecuencia alrededor del 45% y algunos casos extremos que alcanzan hasta el 70% (La Madriz 2016:20). Un estudio del 2017, sobre la deserción en la educación a distancia colombiana, sostiene con preocupación que los niveles de deserción en la modalidad a distancia se han mantenido casi constantes durante los últimos 10 años (González 2017).
Las razones para la deserción estudiantil en la modalidad a distancia, son diversos y se reconoce toda una tipología en función del factor determinante, es decir: el estudiante, el docente, la infraestructura, etc. Las razones más destacadas, atribuibles al estudiante, son: la falta de técnicas de estudio, o habilidades sociales en el entorno virtual. Los autores enfatizan que, en la modalidad a distancia, es frecuente que los estudiantes experimenten soledad y abandono lo que los lleva a una baja capacidad de enfrentar el fracaso académico. En ese contexto, si no se da una eficiente mediación de parte del docente, el estudiante perderá todo interés en el curso o se convencerá así mismo de su incapacidad para continuar.
Algunas estrategias para evitar la deserción estudiantil en la modalidad a distancia
Godoy (2016) ha desarrollado una estrategia para el fortalecimiento de la autonomía de los estudiantes, basada en el trabajo colaborativo. Dicho autor sostiene que el trabajo colaborativo puede:
- Reducir el nivel de ansiedad en los grupos cooperativos al compartir la responsabilidad del aprendizaje y al intercambiar impresiones con sus iguales.
- Incrementar la motivación del estudiante “La motivación a comprometerse nace del hecho de que el éxito de cada uno está ligado al éxito de los demás o de que la dificultad individual puede ser atenuada por la ayuda que se recibe del resto”
- Satisfacer todos los estilos de aprendizaje ya que nos proponemos, a través del Aprendizaje Cooperativo basado en la socialización y la interacción entre iguales, atender a todos los estilos de aprendizaje -sean sensoriales o de índole sociológica.
Lorenzo Garcia Aretio docente de la Universidad de Educación a Distancias (UNED) propone una estrategia denominada Diálogo Didáctico Mediado (DDM), sobre lo cual precisa que los “diálogos pueden ser: simulados (por ejemplo, con los materiales de estudio) y reales, síncronos (en directo) y asíncronos (en diferido), unidireccionales y bidireccionales o multidireccionales, verticales y horizontales, estructurados (más rígidos) o flexibles”. El centro de la estrategia recomendada por García es que dado que en la educación a distancia resulta vital la capacidad de autorregulación del estudiante, el diseño del curso debe estar dotado de múltiples herramientas interactivas con las cuales, el estudiante, pueda establecer un diálogo. Algunas de dichas herramientas son:
- Una Guía de estudio, que contemple como mínimo: las competencias y resultados de aprendizaje; los objetivos de aprendizaje, claros, explícitos y evaluables; los contenidos apropiados para la consecución de objetivos y competencias; las actividades y trabajos individuales y colaborativos obligatorios y optativos; las prácticas obligatorias, en su caso; la evaluación formativa, continua y sumativa; las vías y formato de comunicación estudiantes-docentes; la metodología didáctica apropiada, y el plan de trabajo con la carga horaria prevista
- Materiales de estudio, que sea cual fuere el formato de los materiales, estos deberían ser interactivos, flexibles y con posibilidades de autoestudio, con el fin de que los estudiantes accedan a ellos con la máxima facilidad y puedan entenderlos mejor
- Incorporar en el diseño del curso acciones de Tutoría tanto del docente como entre pares para fomentar la participación y aminora los sentimientos de soledad o distancia
- Evaluaciones, que si bien las más recomendables son las pruebas de autoevaluación (evaluación automática); también se recomienda facilitar pruebas de evaluación similares a las pruebas presenciales, con el objetivo de familiarizar al estudiante con las mismas; establecer criterios para la valoración del seguimiento de estudiantes a través de sus aportaciones en los foros, chats, trabajos colaborativos, etc.
La propuesta de García enfatiza que el estudiante en la modalidad a distancia debe tener a su alcance una serie de recursos que “dialoguen” con el estudiante para brindarle esa sensación de acompañamiento que evite que decaiga en aquel sentimiento de soledad y abandono que lo lleva a la deserción.
La emergencia como oportunidad para fortalecer la autonomía del estudiante
La educación a distancia que se viene dando en nuestro país como parte de la coyuntura de emergencia, constituye una adaptación de las programaciones presenciales para ser aplicadas en entornos virtuales. No se trata de cursos pensados y diseñados para ser aplicados en la modalidad a distancia y tampoco los alumnos han sido preparados previamente para el pase de la modalidad presencial a la modalidad no presencial. Si bien esta circunstancia anómala consistente en el aislamiento social obligatorio está durando más de lo que esperábamos, y ahora ya sabemos que la educación a distancia será la constante durante todo el año 2020, muchas instituciones educativas están dando por sentado que se trata de un año excepcional pero que en el 2021 y en adelante la educación nacional volverá al formato enteramente presencial.
En ese contexto, el profesor cometería un error en creer que, porque sus estudiantes tienen una habilidad casi natural a comunicarse a través de herramientas digitales, están listos para participar con eficacia en un proceso educativo no presencial (mediado por herramientas tecnológicas). Tal cosa no es necesariamente correcta.
El pase abrupto e impuesto de la modalidad no presencial para los estudiantes en la mayoría de los casos, no ha incluido un proceso inductivo, que lo informe y sensibilice respecto al nuevo perfil que debe asumir para enfrentar con éxito esta nueva forma de educarse. Como lo indica la LGE la característica de la modalidad a distancia es: el aprendizaje autónomo que debe asumir el estudiante. Si bien el docente en la educación presencial ya venía migrando a un rol de facilitador de procesos de aprendizaje, todavía estaba muy presente la función del modelaje, la observación directa y el recojo de evidencias de aprendizaje, a partir de actividades presenciales.
En un artículo anterior compartimos con nuestros lectores algunas ideas fuerza respecto a algunas diferencias de condiciones entre la educación a distancia y la educación presencial. Entre dichas diferencias se destacó que mientras que en el aula presencial el docente tiene un significativo control del aula como espacio físico de aprendizaje, en la educación no presencial el espacio físico de aprendizaje está totalmente fuera del control del profesor y ello lo obliga a desarrollar en el estudiante una mayor capacidad para autogenerarse las mejores condiciones externas para el desarrollo de su aprendizaje. Frente a esto, el profesor debe contribuir a que el estudiante realice una mayor cantidad de ejercicios de metacognición (identificar la forma como aprende). Igualmente, la necesidad de generar actividades que promuevan el aprendizaje significativo (vinculado con sus saberes previos o la vinculación del aprendizaje con su vida diaria). En la educación no presencial, el docente ha perdido la capacidad de generar en el aula un espacio deliberadamente diseñado para el desarrollo de determinadas competencias, ahora debe ayudar al estudiante a que identifique en su propio contexto, la posibilidad de desarrollar las actividades de aprendizaje requeridas para el curso.
Lo contrario de la autonomía es la heteronomía. Al respecto, Jaramillo (2010) como resultado de una estrategia que aplicó para el desarrollo de la autonomía en sus estudiantes nos comparte la reflexión siguiente:
- El estudiante no autónomo es heterónomo, su aprendizaje depende de factores externos que están fuera del ambiente de aprendizaje, es seguidor de instrucciones por parte del profesor. Requiere que el profesor esté muy cerca de su proceso de aprendizaje, ya que demanda pasos y procedimientos organizados para la realización de las tareas. En este ambiente de aprendizaje no se dio este fenómeno. La experiencia de aprendizaje que se planteó a los estudiantes demandó de ellos el trabajo independiente y la puesta en práctica de acciones de autonomia, las cuales son claves para desarrollar estrategias de aprendizaje autoregulado.
Si bien el desarrollo de la autonomía es una aspiración de todo el sistema educativo peruano, como parte de la capacidad que debe tener una persona para desarrollar plenamente su proyecto de vida (artículo 9 de la LGE), las condiciones propias de la educación a distancia elevan la necesidad del docente de empoderar al estudiante, no solo respecto a los contenidos y habilidades planteadas como objetivo de aprendizaje, sino además el estudiante debe ser capaz de liderar el proceso educativo en sí mismo, desarrollando habilidades para comprender la interacción entre los contenidos y las actividades propuestas por el docente, aplicando constantemente ejercicios de meta cognición.
De Luca (2009) en un estudio sobre el desarrollo de la autonomía en el estudiante universitario manifiesta que:
"El fin último de la educación es formar hombres y mujeres que sean libres para aprender. La universidad, consciente de esta dimensión, espera que sus estudiantes tengan una formación sólida, que los capacite para tomar decisiones conscientemente fundadas e inspiradas en los valores fundamentales que han adquirido en su desarrollo autónomo como sujetos".
Frente a esta reflexión, plenamente compartida, consideramos que los denominados “tiempos del COVID-19” nos abren una ventana de oportunidad para desarrollar una mayor autonomía en los estudiantes peruanos. Es un tiempo en los que su pase obligado por una educación a distancia, les exigirá desarrollar habilidades para el autoaprendizaje y la metacognición, con una sensación de urgencia que no hubieran experimentado en condiciones normales.
Para aprovechar esta ventana de oportunidad, los profesores y otros gestores del servicio educativo deben invertir no solo en brindar herramientas para desarrollar las competencias previstas en el currículo sino además herramientas complementarias que los ayuden a comprender los procesos cognitivos que están detrás de las actividades propuestas por los maestros. También deben incorporar sendos ejercicios de autoevaluación.
Continuando con las reflexiones de De Luca (2009) citamos:
"En efecto algunos profesores durante la práctica docente universitaria, con estilos de enseñanza autocráticos, poco creativos y con rituales clásicos y tradicionales para impartir las asignaturas, justifican así la limitadas oportunidades que les brindan a sus estudiantes para el desarrollo de la autonomía humana: ¿cómo es posible que hayan alumnos con una enorme dificultad para expresarse libremente y para mantener sus puntos de vista, por eso me corresponde conducir todas las actividades de aprendizaje y darles todas las orientaciones para que puedan producir algo?, ¿ alumnos que dependen de las opiniones de los otros, eso ha hecho que les asigne mayor responsabilidad a ellos, los demás integrantes del grupo no son responsables?, ¿no entiendo por qué los estudiantes no han logrado seguridad y les he dado todo en el aula?, ¿qué hacen para desarrollar esta habilidad o valor?, ¿y por qué algunas personas nos preocupamos y comentamos estas situaciones cuando observamos lo que ocurre con frecuencia en las aulas de clase"?
La crítica de De Luca si bien no es aplicable solamente a la educación a distancia, es mucho más relevante para esta modalidad. Por todas las opiniones compartidas a lo largo de este artículo, los profesores deben aprovechar esta coyuntura para empoderar a los estudiantes en el proceso de metacognición. Alentarlos a asumir la responsabilidad de su aprendizaje y ayudarlos a comprender los procesos cognitivos involucrados para la aprehensión de los contenidos y las aplicaciones programadas para el desarrollo de las habilidades y destrezas contempladas en las competencias esperadas.
Adicionalmente, es necesario que el docente sea creativo para aprovechar las herramientas tecnológicas a los que el estudiante ya está habituado para incorporarlas como parte de las actividades de aprendizaje e incluir recursos de diversos tipos para que el estudiante pueda seleccionarlos y descubrir por sí mismo, el estilo de aprendizaje que le es propio.
Concluimos, el presente artículo con otra reflexión de De Luca, sobre la adaptación que deben hacer los docentes para fomentar la autonomía de los estudiantes, el cual indica:
"De esta manera, tomar en cuenta la adaptación significa contextualizar la enseñanza a las necesidades personales de cada estudiante (intereses, capacidades, ritmo de aprendizaje y otros). Considerar la iniciativa implica capacitar a los estudiantes en la selección y manejo de materiales adecuados que satisfagan sus necesidades educativas y tender a la responsabilidad sería contribuir a desarrollar la capacidad de respuesta respecto a la utilización de los medios que la escuela y el maestro ponen a su disposición, asumiendo que los éxitos son suyos y los fracasos también".
Por lo expuesto, el GICES se manifiesta entusiasta en relación al eficiente aprovechamiento que nuestras instituciones educativas puedan hacer de las ventanas de oportunidad que LOS TIEMPOS DEL COVID-19 le están dando a nuestro sistema educativo y confiamos en que muchos de nuestros estudiantes, se verán beneficiados por las habilidades que la educación no presencial les exigirán desarrollar. Como sucede en todas las crisis, es decisión de cada uno sumirse en la desesperación o desarrollar resiliencia y salir de ella fortalecido. Esperamos que la resiliencia será la opción escogida por todos los peruanos.